De cielo raso y cielo celeste.

Las series de televisión... las buenas series de televisión pueden ser muy productivas. Como "El hombre de tu vida", de Capanella, de la cual rescato la frase:

"Terraza, terraza, nunca sótano".

☺

Escalón tras escalón mis pies bajaban arrastrados por una fuerza de gravedad tan poderosa que sentía que era imposible contrarrestarla.
Mis brazos estaban pesados y mis manos apretadas en dos puños secos miraban hacia abajo.
Todo mi cuerpo, siendo atraído por el centro de la Tierra, descendía absorbiendo rencor y enojo.
Hasta que en un momento, las plantas de mis pies encontraron cemento. Y poco a poco quedé sentada en un suelo húmedo y oscuro que concentraba llantos de miles de personas que habían estado como yo. Miles de personas que habían estado en el sótano. Miles de personas que habían bajado hasta lo más profundo posible.
Subí la mirada para encontrarme con un cielo raso pobre y gastado. Daba la sensación de ser de telgopor y de estar a punto de quebrarse... pero no lo hizo.
No podía quedarme ahí tirada esperando a que alguien más baje a hacerme compañía. Había llegado sola y la única manera de lograr irme era por mis propios medios.
Respiré hondo aún mirando al techo. Despegué mis manos mojadas del cemento frío.
Abrí los puños y relajé mis dedos.
Luego me puse de pie y por un momento me sentí vencedora a pesar de que aún seguía buceando en el fondo mas hondo y profundo que existe.
Percibí como a cada segundo que pasaba mi cuerpo se volvía más y más liviano.
Atravesé techos y pisos que volaban en pedazos a mi paso etéreo.
Y finalmente llegué a la terraza bañada por un sol infinito y sano. Regada por rayos de oro que me abrazaron al encontrarme.
Alcé la mirada para encontrarme ahora con un cielo de verdad. Con un cielo celeste que se desplegaba ante mis ojos. Con un inmenso mundo para descubrir... con una inmensa vida para vivir.