Brillaban anaranjadas y dejaban ver sus sombras grises llenas de agua fresca y cristalina.
Más simple, un autito estacionado al lado de un árbol naciendo.
Un destello de luz en el capot y las llantas entremezcladas con el pasto verde vivo.
Era realmente de ensueño, pero mi utópica tarde terminaba en un limite cuadrado y geométrico.
Una monótona fábrica levantaba sus muros de concreto en el que algunas ventanitas cuadradas se hacían notar. Ese tipo de horizonte estaba terriblemente desubicado y no dejaba que el camino ondulado de tierra siguiera camino.
Había rejas que lastimaban la tierra, y chimeneas fumando basura.
Cables intentando formar un pentagrama, se mezclaban exhalando una melodía tetrica y molesta.
Habia tanques y arbustos secos. Había muerte. Habia dinero.
Yo les grito un "No" a toda esa sociedad consumista. Gracias.
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