Mi cuarto está entre habitaciones. Sentada escribiendo me enfrento a la pared empapelada con fotos dibujadas y borroneadas que brillan al mediodía.
Cada imagen refleja cada manera de pensar o de sentir que me invaden en ciertos momentos de mi vida.
Ahora brilla ese paisaje blanco azulado. Con un árbol desnudo en el medio y la nieve envolviendo sus ramitas que tiritan. El árbol espera al verde. A las flores, a ese aire nuevo y fácil de respirar.
Brilla la fría espera , opacando al resto y delatandome como un diario de vida.
Giro mi cabeza y mis mechones rojos resplandecen con el sol que se filtra por entre la persiana.
Rayos lo suficientemente fuertes para encontrarme, pero con delicadeza.
Como una cascada dorada caen por el marco de mi ventana e inundan el piso de baldosas verdes. Los colores combinan perfecto pero yo no los siento. Yo estoy sumergida en esa foto que sigue brillando más que el resto. Yo todavía estoy al lado de ese árbol blanco que espera.
A veces sale el sol y la nieve brota como agua. Otras, las nubes saludan y se quedan.
El momento no llega y mientras tanto yo espero bajo el sol que por lo menos ahora no pega tan fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario