El sonido metálico corre por el pentagrama.
La voz nace de un amplificador rasgado con la pintura saltada.
El blues de hoy se empapa de vodka seco en las comisuras de los labios.
Nada es más loco que los pensamientos de la silueta encorvada.
Sus dedos bailan psicodélicamente en cuerdas tensas.
El eco recorre la habitación vacía.
Hay espectadores silenciosos, invisibles.
El blues de hoy cae lentamente por la humedad de las paredes.
Puerta cerrada con llave para que el sonido no escape.
Es en vano. Todo el edificio escucha el blues de hoy.
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