Saladas como el mar.

Un par de lágrimas abrazadas caen sobre el papel color arena que yace en mi escritorio. Otras dos se resbalan por mis mejillas y continúan viaje en el lápiz que escribe los cuentos. Saladas como el mar. Transparentes como la lluvia. Numerosas como el ejército.

Mis ojos irritados y rojos están cansados de mantenerse abiertos. Pero los mantengo alzados y leales, pues quiero ver la única realidad que puedo vivir. Aunque no sea la que más me gusta. Se que no hay otra vida. Se que no se puede elegir.

Otro par de lágrimas son visitantes de mis hombros desnudos. Y una que va sola llega en caída libre al duro sueño eterno que le promete el suelo de mi habitación. Mis manos temblorosas pero aún jóvenes, sostienen mi cara cuando siento que no puede alzarce por si sola.
Y mis cabellos. Oh mis cabellos que antes danzaban al viento. Ahora son el pañuelo de mis párpados.
Saladas como el mar. Transparentes como la lluvia. Numerosas como el ejército.

Quisiera poder retroceder el tiempo y vivir solo aquellos momentos que me robaban sonrisas de las de verdad.
Quisiera poder ir allí arriba y traer de regreso a todos los que provocan en mi esta batalla de llanto.
Quiero. Solo Quiero. Pero se que no puedo ni ahora, ni mañana, ni nunca.

Espero poder aprender algo de esta realidad que asalta mis noches y me deja sin respiración. Que me hace sucumbir ante el dolor y la tristeza de darme cuenta que se han ido todos dejándome sola.
¡Saladas como el mar! ¡Transparentes como la lluvia! ¡Numerosas como el ejército!

Así como las ven ahora. Yo las volveré a encontrar esta noche.